Fue una
lección. Algo que aprendí sin levantar dos palmos del suelo; fue algo que no entendía
y que supongo ahora sí: “Quien te ama, te hará sufrir”. 6 palabras que acabaron
acarreando dos conclusiones. No esperar nada de nadie y luchar por lo que cada
uno cree.
Por supuesto
que es fácil abandonar y esperar una racha de buena suerte, que puede llegar o
no; lo complicado es levantarse después de caer, hacer acopio de esas fuerzas
que ni siquiera sabíamos que poseíamos y enfrentarnos al dolor con esperanza y
miedo. Para ello estamos creados, para sobrevivir, aun y cuando un objeto
punzante nos esté desgarrando el alma. Sin embargo, el mundo, la sociedad y
nosotros mismos necesitamos personas con más tesón, locura y esperanza que simple
realismo cínico.
Necesitamos
personas como Lucía, que con una enfermedad crónica, 7 años y demasiada morfina
en el organismo aún sonríe; necesitamos también a Marcos, quien se olvidó de
todas sus penas para ayudar a los más desfavorecidos y embellecer así nuestro
mundo. Y aunque no lo sepas, también te necesitamos a ti, que aportarás tu
grano de arena a la sociedad y por ello serás como el cisne de Avón inmortal.
Y ahí esta el
secreto, centrarse en el futuro sin olvidar el sufrimiento que nos fortaleció.
Soñar con un atardecer anaranjado, después de la tormenta. Estar dispuestos a
componer la música del mundo y ser capaz de hacérsela escuchar a los demás.
Porque, todos necesitamos a alguien que nos ayude a escuchar la música del
mundo, alguien que nos ofrezca un bombón de chocolate después de habernos visto
llorar, alguien que nos devuelva la esperanza y ahuyente el dolor. Y ese
alguien, podemos ser nosotros mismos.
Naiara Rodríguez