El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice.
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.Enviar frase

lunes, 17 de diciembre de 2012

La música del mundo


Fue una lección. Algo que aprendí sin levantar dos palmos del suelo; fue algo que no entendía y que supongo ahora sí: “Quien te ama, te hará sufrir”. 6 palabras que acabaron acarreando dos conclusiones. No esperar nada de nadie y luchar por lo que cada uno cree.

Por supuesto que es fácil abandonar y esperar una racha de buena suerte, que puede llegar o no; lo complicado es levantarse después de caer, hacer acopio de esas fuerzas que ni siquiera sabíamos que poseíamos y enfrentarnos al dolor con esperanza y miedo. Para ello estamos creados, para sobrevivir, aun y cuando un objeto punzante nos esté desgarrando el alma. Sin embargo, el mundo, la sociedad y nosotros mismos necesitamos personas con más tesón, locura y esperanza que simple realismo cínico.

Necesitamos personas como Lucía, que con una enfermedad crónica, 7 años y demasiada morfina en el organismo aún sonríe; necesitamos también a Marcos, quien se olvidó de todas sus penas para ayudar a los más desfavorecidos y embellecer así nuestro mundo. Y aunque no lo sepas, también te necesitamos a ti, que aportarás tu grano de arena a la sociedad y por ello serás como el cisne de Avón inmortal.

Y ahí esta el secreto, centrarse en el futuro sin olvidar el sufrimiento que nos fortaleció. Soñar con un atardecer anaranjado, después de la tormenta. Estar dispuestos a componer la música del mundo y ser capaz de hacérsela escuchar a los demás. Porque, todos necesitamos a alguien que nos ayude a escuchar la música del mundo, alguien que nos ofrezca un bombón de chocolate después de habernos visto llorar, alguien que nos devuelva la esperanza y ahuyente el dolor. Y ese alguien, podemos ser nosotros mismos.

Naiara Rodríguez

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una ola, un mundo


26 de diciembre de 2004. Todos los telediarios y programas del mundo emiten un comunicado de última hora: el sureste Asiático es azotado por un terremoto de 9.5 en la escala de Richter (el segundo más grande hasta ahora conocido) creando un tsunami devastador a lo largo de las costas del Océano Indico.
                Todos los ojos del mundo se posan en ese rincón geográfico. Las imágenes que llegan a nuestras pantallas son aterradoras: olas gigantes que se tragan y destruyen todo lo que encuentran a su paso, gente que tras haber sobrevivido a estas hace acopio de sus fuerzas para subir a un lugar más alto, niños que lloran porque no encuentran a sus padres entre todo ese caos…
                El dolor se transmite a través de estas imágenes y llegan a nosotros. El dolor rompe todas las barreras y llega a todos los rincones del mundo, ya sea por empatía, por haberlo sufrido o por haber perdido en este desastre a un ser querido en un instante.
                Sin embargo, el dolor no es el único que rompe barreras. De inmediato, el mundo entero se pone en marcha. Todos tienen algo que hacer; toda contribución es grande. Lo único que se pretende ahora es devolver un soplo de esperanza al país.
                Y es la esperanza la que mueve tanto a chinos como a estadounidenses, sudamericanos, suecos… Todos ellos unidos por un bien común.
Nerea Aranda  2.A
 
                Y es que el dolor es universal, pero también lo es la esperanza, y esta no entiende de religiones, culturas ni razas.

                                                                                                                                                                                      Nerea Aranda